La industria de la construcción subterránea en Chile enfrenta un momento crucial. Con la entrada en vigencia de la Ley N° 21.595, conocida como Ley de Delitos Económicos, el panorama del compliance ha cambiado radicalmente, expandiendo la “responsabilidad penal de las empresas” a un vasto catálogo de delitos, incluyendo ahora de forma explícita los delitos ambientales y económicos
Lo anterior, evidentemente, tiene implicaciones directas y profundas para proyectos que, por su naturaleza, conllevan riesgos técnicos, operacionales, ambientales y sociales significativos.
Antiguamente, las fallas en seguridad o impactos ambientales se veían como problemas regulatorios o civiles. Sin embargo, la nueva ley establece un vínculo directo: si un accidente, un derrumbe o una contaminación ambiental son el resultado de una dirección o supervisión deficientes (es decir, un Modelo de Prevención de Delitos, o MPD, ineficaz), la empresa misma puede enfrentar graves consecuencias penales. Esto va más allá de las multas millonarias, pudiendo incluir la inhabilitación para contratar con el Estado o incluso la disolución de la persona jurídica.
No estamos en presencia de un juego, sino más bien de una norma que llegó para quedarse.
¿Por qué esto es crítico para la construcción subterránea?
Los proyectos subterráneos son inherentemente complejos y están expuestos a riesgos geotécnicos impredecibles, desafíos de seguridad ocupacional (como derrumbes, atmósferas peligrosas y uso de explosivos) y fuertes impactos ambientales y sociales. La gestión de estas «incógnitas conocidas» exige una planificación exhaustiva y una supervisión constante.
La Ley 21.595 es clara: un MPD efectivo y adecuadamente implementado es ahora el único mecanismo para eximirse de responsabilidad penal. Esto transforma el compliance de una mera carga burocrática en un imperativo estratégico y una verdadera ventaja competitiva.
Llegó el momento entonces en el que el tema debe ser considerado por las empresas del sector como un imperativo legal y ético y no como un gasto innecesario. Muchas veces el remedio puede ser peor que la enfermedad.
Un MDP potente, robusto y exhaustivo es el camino de prevención que la industria debe asumir como propia para enfrentar los desafíos del futuro.
Un programa de compliance sólido no solo protege a la empresa de sanciones, sino que también fortalece su reputación, generando confianza en clientes, inversores y el público en general.
Hay que actuar con certezas y no con dudas.
En los tiempos que corren no se puede improvisar.